María Crescencia Pérez

 

María Angélica Pérez (María Crescencia en la vida religiosa) nació el 17 de agosto de 1897. Transcurridos los primeros años de su vida, toda su familia se trasladó a Pergamino donde se dedicó, en medio de grandes dificultades a las tareas rurales, dentro de un clima de profunda fe.

En ese ambiente, María Crescencia bebió las primeras grandes lecciones de la fe.

La mayor parte del ciclo primario lo cursó en el Hogar de Jesús, de Pergamino. También allí se recibió de maestra de Labores.

Su vocación religiosa, que había ido creciendo a lo largo de todos estos años, tomó un curso definitivo cuando el 31 de diciembre de 1915 ingresó en el Noviciado de las Hermanas del Huerto, en Buenos Aires. Recibió el Santo Hábito el 2 de septiembre de 1918, en circunstancias en que moría su padre, don Agustín Pérez.

No deseando otra cosa que agradar a Dios con una vida santa y ser instrumento suyo para salvar a los hombres, se entregó totalmente a su misión, como Hija de la Caridad, haciéndose "Toda para Todos", en obediencia perfecta y en Caridad ilimitada.

Según sus testigos, la virtud sobresaliente de María Crescencia fue la humildad. Esta le permitió vivir las grandes exigencias de la Caridad fraterna y de la perfecta vida en común, con íntima y serena alegría. Era feliz de poder hacer la voluntad de Dios.

Los primeros años de su vida religiosa los dedicó a la niñez. Se desempeñó como maestra de Labores y Catequesis, en primer lugar en la Escuela Taller adjunto a la Casa Provincial y después en el Colegio del Huerto de Buenos Aires, en calle Rincón.

Una segunda etapa de su vida tuvo como destinatarios a los enfermos. Comenzó esta misión en el Sanatorio Marítimo de Mar del Plata (Solarium), lugar dedicado exclusivamente a la internación y atención de niños afectados de tuberculosis ósea.

Allí permaneció tres años. Como su frágil salud comenzó a declinar rápida y seriamente, sus superiores decidieron enviarla a un lugar donde el clima le ayudase a recuperarse. Eligieron para ello Vallenar, en la República de Chile, donde las Hermanas del Huerto atendían en el Hospital desde 1915. En el año 1928, la Hermana María Crescencia visitó por última vez Pergamino para despedirse para siempre de los suyos. Poco después acompañada por la Madre Provincial viajó a Chile, donde transcurrió la última etapa de su vida, ya que cuatro años después de su llegada entregó su alma a Dios, en Vallenar, luego de una vida heroica en la virtud.

En el momento en que María Crescencia llegaba a Vallenar bien puede decirse que las Hermanas del Huerto estaban escribiendo una página de oro de Congregación en América .

Vallenar, de aproximadamente 6.000 habitantes en aquel momento, seis años antes había sufrido un terrible y devastador terremoto, que destruyó casi la totalidad de las casa de la población.

A partir de este hecho doloroso, Vallenar entró en un largo proceso de reconstrucción, que se prolongó durante muchos años.

La gran pobreza en que vivían, el dolor de tantas familias sin techo, la soledad del lugar y las enormes distancias de otros pueblos, hicieron que se cumpliese claramente el deseo del fundador: "Lleven siempre la pobreza consigo y vayan donde por las dificultades del lugar y por la falta de medios otras Hermanas no pueden ir".

A pesar de lo mucho que le costó dejar su Patria, su familia y su comunidad, María Crescencia vio claramente la voluntad de Dios en las palabras de su Superiora y con gusto aceptó lo que Él le pedía. Ella había dicho: "Por cumplir la voluntad de Dios iría al fin del mundo". Vivió en Vallenar entregada totalmente al servicio de sus Hermanos enfermos, dentro de la alegría de a vida comunitaria y creciendo incesantemente en el Amor de Dios a quien había consagrado su vida, hasta llegar a decir: "Señor, que te ame tanto como te amas a ti mismo".

Ante el progreso y gravedad de su enfermedad, fue internada durante tres meses en un hospital cercano a Vallenar, totalmente aislada para evitar el contagio. Pero las últimas semanas de su vida la pasó nuevamente en Vallenar, en su comunidad, edificando a las Hermanas con su serenidad y profunda paz interior. Dios le tenía reservadas para este momento gracias muy especiales. Según las crónicas recibió en visión la visita del Fundador, San Antonio María Gianelli.

Desde la imagen de su cuadro de la Virgen del Huerto, que tenía junto a su lecho, María la bendijo a ella y a las Hermanas.

El niño Jesús hizo ademán de salir de los brazos de su Madre y María Crescencia extendió los suyos para recibirlo.

Con verdadera piedad recibió el Santo Viático, rodeada de su Superiora y Hermana y mientras rezaba con los presentes las oraciones de los agonizantes, se incorporó e inclinándose profundamente delante del cuadro del Sagrado Corazón de Jesús, repitió las palabras que el mismo Jesús le enseñaba: "Corazón de Jesús, por los sufrimientos de tu divino corazón, ten misericordia de nosotros".

Luego prorrumpió en una ferviente plegaria: "Corazón de Jesús bendíceme y bendice a estas mis Hermanas, dales fuerza para combatir con valor y procurar la salvación de las almas en estos tiempos difíciles. Bendice nuestro Instituto, del cual he recibido tanto bien y en el cual en estos momentos me considero la criatura más feliz del mundo. Te pido Corazón Santísimo de Jesús que mandes muchas y buenas vocaciones a nuestro Instituto, oh Corazón de Jesús: te pido una especial bendición para Chile y ya que es tu voluntad que me muera aquí contenta, te ofrezco este sacrificio por la paz y tranquilidad de esta nación."


Parece que el Corazón de Jesús le hacía ver el premio que le tenía preparado, porque ella continuó: "¿Cuándo, Señor, he merecido eso? ¿Qué son los sufrimientos de este mundo comparados con la felicidad del cielo? Dios mío, yo no soy más que una miserable criatura, la ínfima de todas, soy menos que un gusano de la tierra, ¿de dónde a mí tanta felicidad? Corazón de Jesús yo no merezco todo eso. Todo es obra de tu Corazón. Jesús Mío., quisiera amarte tanto como te amas a ti mismo".

Su deseo de unirse a Jesús era vehemente, por eso exclamó: "No me detengan mas... No me detengan mas... Sí, que todos vayan al Corazón Santísimo de Jesús. Allí encontrarán la salvación de su alma".

Finalmente dijo sonriendo: "Padre... en tus manos encomiendo mi espíritu. Así murió santamente, el 20 de mayo de 1932

A poco de morir en el colegio del Huerto de Quillota, distante 600 Km de Vallenar, estando las Hermanas reunidas percibieron una fragancia semejante al perfume de las violetas, que permaneció varios días dentro de los muros del colegio. Ante este hecho inexplicable, la Superiora dijo: "Ha muerto la Hermana Crescencia". Inmediatamente llegó un telegrama avisando su muerte.

Cuando la comunidad del Huerto dejó Vallenar, la población no quiso que se llevasen el cuerpo de quien llamaban "La santita". Por eso quedó allí 35 años, hasta que el 8 de noviembre de 1966 la Congregación dispuso el traslado de sus restos a Quillota. Provista de una pequeña urna, abrieron el ataúd para reducir sus restos, pero encontraron intacto y en perfecta conservación su cuerpo y su santo hábito. Toda la ciudad de Vallenar se congregó para constatar este hecho tan singular. Se realiza nuevamente el velatorio y luego fue llevada a Quillota donde descansó 17 años en la bóveda de las Hermanas.

En 1983 se trasladó su cuerpo al panteón de las Hermanas en Pergamino hasta el 26 de julio de 1986 en que, con motivo de la apertura del proceso diocesano en orden a su beatificación, se lo trasladó a la Capilla del Colegio del Huerto.

El 3 de octubre de 1990 la Sagrada Congregación para las causas de los Santos abrió el proceso en Roma.

Su tumba es constantemente visitada por numerosos peregrinos que de todas partes del país vienen a venerar sus restos, a pedir ayuda o a agradecer sus favores.

A través de estos hechos Dios comunica su mensaje y nos habla de secretos designios acerca de la Hermana María Crescencia.

Su muerte fue precio de vida y dio especiales frutos, en vocaciones y en gracias, sobre todo en orden espiritual. Estas gracias, en número cada vez mayor, siguen produciéndose hoy, a favor de quienes la invocan.

 

Historia del proyecto

En esta parte puedes describir la historia del proyecto y explicar las razones para su creación. Es conveniente mencionar los hechos memorables del proyecto y reconocer el mérito de la gente que participó en él .

VIRTUDES:

AMOR A DIOS
Porque rezaba mucho, se veía que amaba mucho a Dios.

PIEDAD
Hacía todas las cosas teniendo en cuenta como agradar a Dios.

ESPIRITU DE SACRIFICIO
Nos enseñaba a ofrecer todos nuestros sufrimientos al Señor.

ESPIRITU DE REPARACION
Ofrecía los sufrimientos en reparación de los pecados del mundo.

RECOGIMIENTO
Siempre estaba pendiente del altar.

DESPRENDIMIENTO
No poseía ningún recuerdo, nada de nada. Sólo lo necesario.

OBEDIENCIA
Cumplía las disposiciones dadas basándose en la Santa Obediencia, es la Voluntad de Dios.

UNION CON DIOS
Por medio de las jaculatorias aprendidas en el noviciado.

CARIDAD
Nunca faltó a la caridad. Nunca trató mal a nadie.

DILIGENCIA
La ponía en todo lo que hacía.

PACIENCIA
Nunca se impacientaba. Era toda calma.

FERVOR
Todo lo que hacía le salía del corazón.

HUMILDAD
Nunca buscó el primer lugar.

SENCILLEZ
Solamente realizaba las tareas normales de una religiosa.

ALEGRIA
Su alegría iba unida a la gran responsabilidad con que cumplía sus deberes.

CONSTANCIA
Practicaba las virtudes cristianas en profundidad y con perseverancia infatigable.

ORDEN
Quería que todo estuviera listo para trabajar.

APOSTOL DE LA ORACION
Quería que todos rezáramos por la conversión de los pecadores.

DEVOCION A MARIA
Era un alma profundamente mariana. Quería a la Virgen.